En este libro encontrarás el mayor de los tesoros que es aprender a discernir la voz de Dios. Dios siempre ha hablado y sigue hablando al corazón de Sus hijos. Para desarrollar esta disciplina espiritual necesitamos levantarnos del trono de nuestro corazón, rendirnos y permitir a Dios ser realmente Dios en nuestra vida, lo cual sólo será posible en una postura de humildad y quietud.