En nuestras vidas, la mesa suele ser un lugar de encuentro, de compartir alimentos, historias y crear lazos. Pero, ¿alguna vez has considerado la profundidad espiritual de sentarte a la mesa con Jesús? No es solo una metáfora; es una invitación a un encuentro que puede cambiarlo todo. La mesa donde Jesús nos invita a sentarnos es un reflejo poderoso de Su corazón, Su misión y Su deseo de intimidad con nosotros.

La Mesa que Revela Su Misión

Cuando pensamos en la mesa de Jesús, descubrimos el propósito mismo de Su venida a la tierra. Él nos invita a sentarnos y recibir:

Perdón: Sentir el peso de nuestros errores levantado.

Libertad: Experimentar la verdadera liberación de aquello que nos ata.

Sanidad: Encontrar restauración para nuestras heridas físicas y del alma.

Salvación: Ser rescatados de la separación que causa el pecado.

Paz: Conocer al Rey de Paz que calma nuestras tormentas internas.

Amistad: Descubrir que el Creador del universo desea ser nuestro amigo cercano.

Como nos recuerda Colosenses 1:15-22, Jesús es la imagen visible de Dios, el reconciliador que, a través de Su sacrificio, hizo posible que nosotros, antes alejados, ahora podamos ser presentados santos y sin mancha delante de Dios. ¡Esa es la transformación que comienza en Su mesa!

Una Invitación a la Intimidad Profunda

Quizás una de las imágenes más conmovedoras es la de Apocalipsis 3:20: ‘¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.’

Jesús no fuerza la entrada. Con respeto y amor, Él toca la puerta de nuestro corazón, anhelando compartir una cena íntima con nosotros. Esta no es una cena cualquiera; es la mesa donde se sirve el perdón y se bebe el consuelo. Sentarse con Él como amigo reduce nuestros miedos, alivia nuestra soledad y nos da la fuerza para enfrentar los desafíos, recordándonos que no estamos solos.

El Encuentro que Abre los Ojos (Como en Emaús)

¿Recuerdas la historia de los discípulos en el camino a Emaús (Lucas 24:13-34)? Estaban desanimados, ciegos a la presencia de Jesús resucitado que caminaba junto a ellos. Fue solo cuando se sentaron a la mesa, y Jesús tomó el pan, lo bendijo y lo partió, que ‘se les abrieron los ojos y lo reconocieron’. La mesa fue el lugar del reconocimiento, de la revelación. Al sentarnos con Jesús, Él también puede abrir nuestros ojos a Su presencia, a Su verdad y a Su plan para nosotros.

La Mesa de la Verdad y la Gracia Abundante

Sentarse a la mesa con Jesús también implica honestidad. Es un lugar donde somos expuestos, no para condenación, sino para vernos como realmente somos. Vemos nuestro pecado, nuestro orgullo, nuestros miedos (como Pedro que negó a Jesús después de prometer lealtad). Pero esta exposición no es para avergonzarnos, sino para que reconozcamos nuestra necesidad.

Y es precisamente en esa necesidad reconocida donde brilla la gracia. Jesús no nos expone para dejarnos allí, sino para invitarnos a correr a la Cruz, donde Su gracia abunda mucho más que nuestro pecado (Romanos 5:20). En Su mesa, la verdad sobre nosotros mismos se encuentra con la verdad aún mayor de Su amor y perdón inagotables.

El Pan de Vida Servido para Ti

¿Qué se sirve en esta mesa divina? Jesús mismo. Él declaró: ‘Yo soy el Pan de Vida. La persona que se alinea conmigo no tiene más hambre ni más sed, nunca.’ (Juan 6:35, adaptado). Al venir a Su mesa, recibimos a Aquel que satisface nuestras necesidades más profundas y nos ofrece vida eterna. Él es el sustento que nuestra alma anhela.

Tu Lugar en la Mesa

La invitación de Jesús sigue en pie hoy. Él está a la puerta, llamando. Anhela cenar contigo, compartir Su vida contigo, transformarte con Su presencia. No importa quién seas o qué hayas hecho, hay un lugar para ti en Su mesa.

Es una mesa de perdón, libertad, sanidad, amistad, verdad, gracia y vida eterna.

Te invitamos a reflexionar: ¿Has aceptado la invitación de Jesús a sentarte a Su mesa? ¿Estás permitiendo que Él entre y cene contigo, transformando tu vida desde adentro hacia afuera?

Que podamos pedirle al Espíritu Santo un corazón dispuesto a abrir la puerta, a arrepentirnos y a hacer de la comunión en la mesa con Jesús el centro de nuestra relación con Él.

Llamado a la Acción:

¿Qué significa para ti sentarte a la mesa con Jesús? Comparte tus pensamientos en los comentarios.

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