En medio de un mundo terrenal y cada vez más secularizado, la iglesia actual ha caído en la trampa de vivir de manera acorde a las normas del mundo en lugar de buscar una vida sobrenatural en Dios. Sin embargo, como hijos de Dios, tenemos una invitación abierta a formar parte de un mundo sobrenatural que no podemos ver, pero que es muy real. Y tenemos un sin fin de recursos para nuestra vida espiritual, y parece que nos estamos perdiendo de todo esto y estamos dejando de lado vivir una vida sobrenatural y llena de milagros.
Es lamentable observar cómo la iglesia, en muchos casos, ha perdido su enfoque sobrenatural y se ha acostumbrado a vivir de acuerdo con las normas del mundo. Nos hemos vuelto demasiado “seguros”, evitando tomar riesgos y confiando más en nuestras propias capacidades que en el poder de Dios. Sin embargo, es tiempo de cambiar esta mentalidad y buscar una vida que refleje el reino de Dios en todo lo que hacemos.
Como seguidores de Jesús, somos llamados a ser ciudadanos y embajadores de otro mundo, de un mundo sobrenatural, y sabemos que este mundo terrenal es nuestra asignación, pero no nuestro hogar definitivo. Nuestro propósito trasciende lo temporal y se enraíza en lo eterno. Aunque el mundo nos pueda tachar de “locos”, estamos llamados a vivir una vida que desafíe las normas mundanas y refleje el carácter de Dios en todo momento.
Como hijos de Dios, tenemos el privilegio de experimentar sanidades, corazones transformados y milagros financieros. Debemos recordar que los recursos que necesitamos para cumplir nuestra asignación son ilimitados en Dios. No hay límites para lo que Él puede hacer a través de nosotros.
Vivir una vida como en el cielo implica reconocer que Dios es el centro de nuestra existencia. Significa adorar a Dios en todo momento, reconociendo que Él es Dios en nuestra vida. Desde lo más profundo de nuestro corazón, expresamos que Él es digno, grande, santo, todopoderoso, el principio y el fin, nuestro Señor, proveedor, protector, sanador y nuestro Padre.
La adoración no se limita a palabras, sino que abarca todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. Es un acto de reverencia, honor y devoción de una criatura hacia su Creador.
La adoración es una expresión de obediencia total y confesión de la soberanía de Dios sobre nuestra vida. Incluso cuando no entendemos, no estamos de acuerdo o experimentamos dolor, declaramos: “Mi Señor, a pesar de lo que estoy viviendo, Tú sigues siendo Dios. Acepto tu soberanía sobre mi vida”.
Nuestra vida diaria, nuestras necesidades materiales, nuestras relaciones personales y nuestra lucha contra el mal deben ser influenciadas por el cielo. Así que el llamado es vivir una vida como en el cielo y menos terrenal.
Derek Prince, un reconocido maestro de la Palabra de Dios, dijo una vez: “Si tienes 10 minutos para orar, alaba a Dios durante 8 minutos”. Esto nos recuerda la importancia de dedicar la mayor parte de nuestro tiempo en adoración y alabanza a Dios. En esos momentos, descubrimos que hay tanto por lo que podemos orar en los pocos minutos restantes, porque nuestra adoración nos conecta directamente con el poder y la gracia de Dios.
Así que, a medida que busques vivir una vida como en el cielo, recuerda que la adoración y la alabanza son fundamentales. Expresa tu reverencia a Dios en todo momento. Reconoce su soberanía y confía en su provisión. Que cada área de tu vida sea un reflejo del cielo, y dedica tiempo para alabar y adorar a tu Creador. Descubrirás que en esos momentos de adoración te llevarán a vivir una vida más sobrenatural.
Versículos valiosos que te llevaran a vivir una vida más sobrenatural:
- Mateo 4:17: “Desde entonces Jesús comenzó a predicar y decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
- Mateo 6:33: “Mas buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
- Romanos 14:17: “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”.
- 1 Corintios 4:20: “Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”.
- Juan 14:12: “En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.”
- Efesios 3:20: “Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.”
- 2 Corintios 4:18: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”