Mi nombre es Tony Franco y quisiera compartirles un breve testimonio de mi historia en Canaán. El día que llegué por primera vez, entré por esas puertas creyendo que estaba bien, ya que había tenido la experiencia de ser pastor durante 16 años en un ministerio muy conocido.
Me creía que era el tapón del océano y la ultima coca cola del desierto. No sabiendo lo quebrado y enfermo emocionalmente que estaba y cuánto necesitaba ser restaurado. Decidí inscribirme para empezar el ciclo de Hay Esperanza y me llamó mucho la atención el titulo de la clase.
En ese ciclo hay una clase que se llama Madurez, y recuerdo pensar que estaba 100% seguro que estaba muy maduro sin realmente darme cuenta cuánto necesitaba madurar.
Estaba pastoreando una red de casi 1800 personas, pero estaba enfermo emocionalmente y no lo sabía; además, tenía que mantener una imagen de que todo estaba bien en mi vida.
Cuando comencé la clase de Madurez, aprendí que no me había desarrollado completamente de acuerdo con mi edad física. En ese momento tenía 66 años y realmente me encontraba atrasado en mi manera de pensar, sentir y actuar. Recuerdo haber estudiado las etapas de bebé, niño, adulto, padre y anciano y pude ver claramente en donde me encontraba en cada una de estas etapas.
Desde muy niño tuve que aprender a luchar por mí mismo. Cuando tenía 2 años, mi padre abandonó a mi madre y sus hijos. Más nunca se supo nada de él. Esto causó un trauma muy profundo en mi vida ya que su partida fue muy significativa para mi. Solo recuerdo cuando mi papá nos prometió que regresaría por nosotros pronto. Toda la vida esperé por él, pero hasta el momento en que escribo estas líneas, nunca regresó por nosotros.
En la clase de Madurez aprendí que hay dos tipos de trauma: A y B. También aprendí que ese dolor que experimenté desde el momento del abandono es considerado traumático.
El trauma tipo B se produce cuando el niño experimenta dolores que nunca debió recibir. Hoy puedo ver que aparte del abandono de mi padre, viví el abuso de mi madre quien se desquitó conmigo porque yo le recordaba a mi padre pues me parecía a él físicamente.
Todo esto lo vine a saber tres años antes de que ella muriera; yo necesitaba saber el motivo de los golpes y abusos verbales, como por ejemplo cuando me decía que yo era un estúpido, vago y que no servía para nada.
Recuerdo que al crecer me preparé y me ordenaron al pastorado. Desafortunadamente hice mucho daño a muchas personas, me comportaba como un adulto-bebé y atropellé a mucha gente. Las heridas de mi alma eran tan profundas que pensé que nunca iba a recibir sanidad.
Hoy entiendo que mi alma estaba fragmentada y lo peor es que creía que estaba bien, pero no sabía cuanta sanidad necesitaba de todos estos traumas y otras heridas. Recuerdo que en una de las clases de Madurez pude ver cuan inestable era y fue allí donde pude ver que tenía todas las características de un adulto-niño; es decir, un adulto que se quedó estancado emocionalmente en la etapa de niño.
Desafortunadamente nunca recibí de mis padres todo aquello que un niño pequeño necesita, como amor incondicional y atención a mis necesidades; por el contrario, recibí mucho rechazo y abandono. Todo esto afectó mi matrimonio, a mis hijas, el ministerio, pues estaba buscando el amor que no recibí de mis padres en lugares equivocados.
En esta serie de madurez también aprendí que se me hacía muy difícil hacer aquello que tal vez para otra persona podía resultarle muy fácil. De hecho, en algunos casos, sentía un miedo atroz. Recuerdo vivir con un gran temor a equivocarme; había concluido que si hacía mal algo me iban a rechazar, tal como lo habían hecho mis padres. Me era muy difícil confiar en los demás, ya que me sentía un fracasado.
Al casarme, quería que mi esposa solo se enfocara en mí, me había convertido en un tremendo egoísta. Cuando me confrontaba, me llenaba de mucho temor al punto que muchas veces evitaba enfrentar y resolver los problemas, esto hizo de mi una persona muy inestable también.
Este es tan solo un resumen muy breve de todo lo que Dios me reveló acerca de diversas áreas de mi vida. Hoy le doy las gracias al Señor por todas estas herramientas que me han ayudado tanto a reconocer y procesar, por supuesto, agarrado de Su mano.
Hoy, después de estar cinco años en este ministerio siento que Dios a hecho en mi vida un cambio sobrenatural que nunca pensé que podría ocurrir.
Esta clase de madurez es esencial para que podamos tener esa sanidad en nuestra alma que tanto se necesita para lograr ser mejores hombres y mujeres de Dios, mejores padres, esposos, pero más que nada que le podamos alegrar el corazón a nuestro Dios dejándonos trasformar con Su poder restaurador.
Que Dios los bendiga y guarde y que este breve testimonio los ayude a caminar hacia la restauración así como lo ha hecho conmigo.