¡Hola papá! Buenos días, así es como ahora comienzo mis conversaciones con Dios. Confieso no fue fácil sentir esa confianza ni mucho menos escribirla, y es interesante, a pesar de que me gusta mucho escribir, puedo decir que me apasiona, a través del diario pude notar cuanto se me dificultaba escuchar.

Al principio me ganó la frustración, no solo porque no podía empezar agradeciendo, lo cual me tomó un poco mas de dos años para hacerlo, si no, porque no confiaba en mí (¿y si soy yo? Tengo un pasado religioso donde cometí errores y siempre los líderes me cuestionaban mi relación con Dios lo cual me hería profundamente, y ¿Cómo saber que esto no sería lo mismo?); Sin embargo, había decidido hacer algo diferente para tener cambios.

En cierta ocasión uno de aquellos días de visita a Canaán, cuando aún no estaba en mi proceso de sanidad, escuché a Jaime decir las siguientes palabras: — “¿Hay alguno que venga del cristianismo?”  –Levante mi mano con orgullo, sentía que yo llevaba la delantera en mi relación con Dios, y entonces Jaime añadió: –“A ustedes les voy a pedir que dejen en la puerta todo lo que conocen porque por primera vez van a escuchar a Dios.” (el tono con que lo dijo fue de humildad, aún lo recuerdo, pero a mis oídos no le pareció). Me incomodé, como se atrevía a decir eso, me hizo cuestionar mi relación, pero algo se quedó en mi corazón.

Cuando inicié mi viaje

Durante las clases escuchaba una y otra vez a Jaime hablar de su relación con Dios, del orden que debíamos seguir, del inventario moral diario y de la hora adecuada de hacerlo, no entendía, en mi mente estaba en desacuerdo, pero el solo ver su testimonio me empujaba a querer buscar esto. Debo explicar que antes la clase del viaje interior se daba cada 20 semanas, así que me tomó tiempo abrazar algo diferente.

La primera vez que lo escuché

Comencé con palabras cortas en cualquier hora del día: “Hola y chao”, así por varios días o meses, después con dos preguntas que han cambiado mi vida por completo, ¿Jesús tú me amas?, ¿Jesús tú me perdonas? Y fue allí cuando comencé a oír ¡¿Qué es esto?!, era algo muy diferente de lo que había creído antes. Me gustó tanto que comencé a confiar; y uno de aquellos días Dios me dijo: –“Por fin estamos hablando”, — ¿Por qué lo dices? Pregunté, a lo que Dios me respondió: –“Porque por fin podemos hablar de tu pecado, Soy el único interesado en tu corazón.” Quedé atónita; sin embargo, aún no era amiga de hacerlo temprano, ¿para qué? Si Dios habla a cualquier hora, pensé.

Primeras horas del día

Cuando comencé mi viaje interior estaba haciendo Uber, así que me levantaba muy temprano para irme a trabajar y en cualquier espacio del día hablaba con Dios, pero una vez más las palabras de Jaime retumbaron.  

Una mañana me levanté temprano para hacer mi diario, y ahí todo cambió. Desde ese día pude notar como mis niveles de ansiedad habían bajado, como el optimismo se mantenía, como mi seguridad de leer mi diario en la tarde me daban fuerzas y lo que tanto decían se me reveló, Había hecho a Jesús Señor.

A partir de ese momento decidí no volver a salir de casa sin antes hablar con Dios, así sea para escribir hola (hay días que me permito no tener ese tiempo, pero la disciplina es un arma tan fuerte que se sabe arraigar a la mente y no me deja pasar más de un día).

IMD

Era evidente que mi relación con Dios se hizo muy real, pero aún había ajustes que hacer, uno de ellos, ser intencional en ver mi corazón.  Confiaba tanto en mi manera de hacer las cosas que había olvidado mi compromiso de hacer lo que me pedían, así que una vez más mi relación con Dios creció cuando comencé el Inventario Moral Diario, porque podía ponerle nombre a mis motivaciones.

Pasaron dos años de mi proceso para comenzar a tener orden. He visto florecer la gratitud, como el primer paso de mi tiempo con Dios. He podido sentarme a ver mi corazón intencionalmente; y pasar de hablar de mi corazón, a hablar del corazón de Dios. Los resultados han sido en el momento, viendo el fruto y viviéndolo como una realidad que no cambia donde Jesús saco mi vida del hoyo y me llevó a vivir lo que conocemos como nacer de nuevo.

Quiero acotar lo siguiente en letras mayúsculas: MI VIAJE INTERIOR, EL DE TODOS LOS DÍAS, ME HA LIBRADO DE MUCHOS DOLORES DE CABEZA porque si hay algo que se forma con estas herramientas es la OBEDIENCIA.

Siendo honesta

Una cosa más, hay días que han sido difíciles para escuchar, otros para hablar, otros para escribir, otros para hacer; sin embargo, he aprendido que caminar con Dios no se trata de perfección, se trata de humildad. Mis diarios no son los más excelentes, pero son mi corazón y eso está bien para Él porque podemos volver cuantas veces sea necesario para recordar lo que Él ha venido haciendo.

Llevo cuatro años en esta nueva disciplina y orden, cuatro años de como dijo Jaime aquella vez, de “escuchar realmente a Dios” y añado, de conocer quien yo soy.

Escucharlo hablar, no como un evento, no como una situación o como una circunstancia; es lo que me ha traído sanidad y libertad.

Yuliana Moreno